Ya está al aire!!! En este blog... la emisora parroquial COROMOTO ESTEREO

Una emisora diseñada para que utilicen nuestros feligreses como "Ambiente Musical" para su oficina y su casa (música suave y de relax).

Los mensajes parroquiales de la Iglesia Ntra. Sra. de Coromoto y de la Diócesis de Ciudad Guayana estarán siendo emitidos por esta vía.

COROMOTO ESTEREO es una emisora que pertenece a la Iglesia Ntra. Sra. de Coromoto y está dirigida por el padre Miguel Ángel García.

La iglesia avanzando con las nuevas tecnologías, adecuándonos a nuevos tiempos para llegar a los hogares y sembrar valores y paz en todas las familias.

Al lado derecho del blog hay un link con un micrófono, un audífono y nuestra patrona "la Virgen de Coromoto" posiciona el cursor sobre la figura y aprieta el botón izquierdo del mouse y entra a disfrutar de "COROMOTO ESTEREO"





Benedicto XVI visita la Capilla de las Apariciones de Fatima

Benedicto XVI visita la Capilla de las Apariciones de Fatima
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domingo, 24 de enero de 2010

Mensaje del Papa para la Jornada de las Comunicaciones Sociales 2010



Queridos Hermanos y Hermanas,
El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales - "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra" - se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra. Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor alcance. Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal.

La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos. La Iglesia, convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la comunión que Dios establece con el hombre y que cada sacerdote está llamado a edificar en Él y con Él. En esto reside la altísima dignidad y belleza de la misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada lo que afirma el apóstol Pablo: "Dice la Escritura: 'Nadie que cree en Él quedará defraudado'... Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo van a predicar si no los envían?" (Rm 10,11.13-15).

Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas preguntas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan especialmente en el mundo juvenil. En verdad el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: "¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una "nueva historia", porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra.

Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación, pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas "voces" surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis.

El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios - adquirido también en el período de formación - con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la "red".

También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorientada de hoy que "Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente" (Discurso a la Curia romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, 22 diciembre 2009).

¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor que él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como una riqueza a la que recurrir para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien trabaja como consagrado en los medios, tiene la tarea de allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus auténticas necesidades espirituales. Le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo "digital" los signos necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: "Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos" (Ap 3, 20).

En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de los procesos comunicativos a promover una cultura de respeto por la dignidad y el valor de la persona humana. Ésta es una de las formas en que la Iglesia está llamada a ejercer una "diaconía de la cultura" en el "continente digital". Con el Evangelio en las manos y en el corazón, es necesario reafirmar que hemos de continuar preparando los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin descuidar una atención particular a quien está en actitud de búsqueda. Más aún, procurando mantener viva esa búsqueda como primer paso de la evangelización. Así, una pastoral en el mundo digital está llamada a tener en cuenta también a quienes no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes, pues esos medios permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas las culturas. Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá sea posible imaginar que podamos abrir en la red un espacio - como el "patio de los gentiles" del Templo de Jerusalén - también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido.

El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la Reconciliación.

Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva "ágora" que han dado a luz los nuevos medios de comunicación.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica.
Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales.
BENEDICTUS PP. XVI

sábado, 23 de enero de 2010

El Papa pide difundir el Evangelio por Internet a los no creyentes

El papa Benedicto XVI dijo hoy que los sacerdotes deben anunciar el Evangelio no solo con los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales como foto, vídeo, animaciones, blogs y sitios web, y dirigirse asimismo a los no creyentes.

El Papa habló así en su discurso 'El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra', con motivo de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor alcance, explicó.

Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, "hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal", dijo. "La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos", refirió.

Para el Papa, las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a preguntas teológicas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan especialmente en el mundo juvenil.

"Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz", afirmó.
-EFE-

miércoles, 13 de enero de 2010

Honor Monseñor Santiago Ollaquindia Aguirre




Monseñor Santiago Ollaquindia nació en Navarra, España, el 25 de julio de 1921, en el seno de una familia de clase media, donde la fe cristiana cumplía un papel prioritario, ejemplo que lo motivó a participar más activamente en las actividades laicales, haciéndose monaguillo y posteriormente contribuyendo a las acciones de la Congregación Mariana y de la Compañía de Jesús.

A los 17 años decidió entregar su vida por entero al Señor y entró a la Compañía de Jesús para iniciar lo que sería un largo camino de preparación, un sendero que lo llevaría a convertirse en sacerdote varios años después.

En 1937, tras 13 días de viaje, llegó a Venezuela, en el puerto de La Guaira. “Cuando llegué a Venezuela -relata- la gente era muy respetuosa y receptiva con los sacerdotes. Se acercaban y te pedían la bendición. Los que no estaban acostumbrados a eso no sabían ni cómo responder, porque para nosotros requería que la gente estuviese en la iglesia y arrodillada. Los compañeros venezolanos nos advirtieron cómo eran las cosas aquí y nos dijeron que si alguien nos pedía la bendición, debíamos decir: 。Dios te bendiga!, y con eso bastaba”.

En julio de 1954 se ordenó como sacerdote en la capilla de Loyola en España. Su madre y hermanos lo acompañaron durante la celebración en la que recibió sus votos perpetuos junto a otros 20 jóvenes, quienes se habían preparado durante años para esa gran ocasión en la que recibirían la gracia para ser portadores de la buena nueva y transformar el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo.

En noviembre de 1966, llegó a Guayana. “Me destinaron al Colegio Loyola en Puerto Ordaz. Apenas tenía un año de fundado en aquel entonces, sólo daban clases hasta tercer grado y cada año se sumaba un grado más. Tiempo después el Instituto Gumilla (bachillerato mixto) y el Colegio Loyola (primaria, sólo varones) se unieron para conformar la institución que hoy conocemos. En dicha casa de estudios el padre Ollaquindia impartía castellano y Filosofía a los alumnos de séptimo grado. Con el tiempo, pasó a ser director de estudio y prefecto de disciplina, por su temple y carácter.

En 1975 comenzó a dictar clases en la Unexpo, una materia denominada Estudio y Comprensión del Hombre, la cual no estaba incluida en el pensum de Ingeniería. Sin embargo, la Unesco había promovido su inclusión, para que los alumnos no salieran como tecnólogos puros, sino que también se formaran en su parte humana.
Tras varias décadas de labor continua junto a la Compañía de Jesús, el padre Ollaquindia decide dejar dicha congregación, más no su hábito.

Así se convirtió en sacerdote diocesano y le fue concedida la encomienda de guiar la parroquia Nuestra Señora de Coromoto, donde continuó su labor hasta su muerte.

50 años de sacerdocio

¿Cuál es su sueño y deseo ahora que está cumpliendo cincuenta años en el sacerdocio?
-Sueños, ninguno, y deseo terminar mi vida de tal manera que alcance el objetivo final de todo sacerdote, que es morir dentro de mi fe y alcanzar la vida eterna...

“Su personalidad está adornada por una gran calidad humana, intelectual y espiritual. Persona de un carácter recio y emprendedor, un intelectual de recia talla, fundador e impulsor de universidades, docente de excelente calidad, sacerdote de una espiritualidad ignaciana sólida, gran pastor, sabio consejero y abnegado colaborador de mi antecesor y de mi ministerio episcopal. Todas estas cualidades el padre Ollaquindia las puso al servicio de sus hermanos, de su iglesia a quien tanto ama y de Ciudad Guayana, a la que vio nacer”, expresó monseñor Mariano José Parra Sandoval, obispo de Ciudad Guayana.

Falleció el 13 de Enero de 2.009 a la edad de 87 años