Ya está al aire!!! En este blog... la emisora parroquial COROMOTO ESTEREO

Una emisora diseñada para que utilicen nuestros feligreses como "Ambiente Musical" para su oficina y su casa (música suave y de relax).

Los mensajes parroquiales de la Iglesia Ntra. Sra. de Coromoto y de la Diócesis de Ciudad Guayana estarán siendo emitidos por esta vía.

COROMOTO ESTEREO es una emisora que pertenece a la Iglesia Ntra. Sra. de Coromoto y está dirigida por el padre Miguel Ángel García.

La iglesia avanzando con las nuevas tecnologías, adecuándonos a nuevos tiempos para llegar a los hogares y sembrar valores y paz en todas las familias.

Al lado derecho del blog hay un link con un micrófono, un audífono y nuestra patrona "la Virgen de Coromoto" posiciona el cursor sobre la figura y aprieta el botón izquierdo del mouse y entra a disfrutar de "COROMOTO ESTEREO"





Benedicto XVI visita la Capilla de las Apariciones de Fatima

Benedicto XVI visita la Capilla de las Apariciones de Fatima
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miércoles, 9 de junio de 2010

Algunas de las frases más destacadas de esta tercera encíclica del pontificado del Papa Joseph Ratzinger.



Caridad sin verdad: “Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad.” (n. 3).

Caridad sin Dios: “Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios” (n. 4).

La Iglesia no hace política: “La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende ‘de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados’. No obstante, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación”… “Para la Iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable”. (n. 9).

El progreso, una vocación: “El progreso, en su fuente y en su esencia, es una vocación: ‘En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación’. Esto es precisamente lo que legitima la intervención de la Iglesia en la problemática del desarrollo. ” (n. 16).

La lección de la crisis: “La crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo” (n. 21).

Propiedad intelectual: “Hay formas excesivas de protección de los conocimientos por parte de los países ricos, a través de un empleo demasiado rígido del derecho a la propiedad intelectual, especialmente en el campo sanitario” (n. 22).

Progreso integral: “No basta progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona la problemática compleja de la promoción del hombre” (n. 23)

Precariedad laboral: “Cuando la incertidumbre sobre las condiciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación se hace endémica, surgen formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para crear caminos propios coherentes en la vida, incluido el del matrimonio. Como consecuencia, se producen situaciones de deterioro humano y de desperdicio social” (n. 25).

El hombre, primer capital: “Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (n. 25).

Lucha contra el hambre: “En la era de la globalización, eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también en una meta que se ha de lograr para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta. El hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional” (n. 27).

Vida y desarrollo: “La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre” (n. 28).

Desigualdades: “La dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades y que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos” (n. 32).

El mercado: “Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave” (n. 35).

“La sociedad no debe protegerse del mercado, pensando que su desarrollo comporta ipso facto la muerte de las relaciones auténticamente humanas. Es verdad que el mercado puede orientarse en sentido negativo, pero no por su propia naturaleza, sino por una cierta ideología que lo guía en este sentido” (n. 36).

Los pobres, una riqueza: “No se debe considerar a los pobres como un ‘fardo’, sino como una riqueza incluso desde el punto de vista estrictamente económico” (n. 35).

Democracia económica: “En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica” (n. 38).

La empresa: “Uno de los mayores riesgos es sin duda que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social” (n. 40).

Especulación: “Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, su propio servicio a la economía real y la promoción, en modo adecuado y oportuno, de iniciativas económicas también en los países necesitados de desarrollo” (n. 40).

Papel del Estado: “El mercado único de nuestros días no elimina el papel de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más estrecha. La sabiduría y la prudencia aconsejan no proclamar apresuradamente la desaparición del Estado” (n. 41).

Globalización: “La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria”…. “La globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella” (n. 42).

Crecimiento demográfico: “No es correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico” (n. 44).

Familia: “Se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona” (n. 44).

Ética y economía: “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona” (n. 45).

Cooperación internacional: “La cooperación internacional necesita personas que participen en el proceso del desarrollo económico y humano, mediante la solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto. Desde este punto de vista, los propios organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus aparatos burocráticos y administrativos, frecuentemente demasiado costosos” (n. 47).

Ambiente: “La naturaleza está a nuestra disposición no como un ‘montón de desechos esparcidos al azar’, sino como un don del Creador que ha diseñado sus estructuras intrínsecas para que el hombre descubra las orientaciones que se deben seguir para ‘guardarla y cultivarla’” (n. 48).

Problemas energéticos: “El acaparamiento por parte de algunos estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres” (n. 49).

Energías alternativas: “Hoy se puede mejorar la eficacia energética y al mismo tiempo progresar en la búsqueda de energías alternativas. Pero es también necesaria una redistribución planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen puedan acceder a ellos. Su destino no puede dejarse en manos del primero que llega o depender de la lógica del más fuerte” (n. 49).

Solidaridad y educación: “Una solidaridad más amplia a nivel internacional se manifiesta ante todo en seguir promoviendo, también en condiciones de crisis económica, un mayor acceso a la educación que, por otro lado, es una condición esencial para la eficacia de la cooperación internacional misma” (n. 61).

El relativismo empobrece: “Para educar es preciso saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Al afianzarse una visión relativista de dicha naturaleza plantea serios problemas a la educación, sobre todo a la educación moral, comprometiendo su difusión universal. Cediendo a este relativismo, todos se empobrecen más” (n. 61).

Emigrantes: “Está comprobado que los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge”…. “Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación” (n. 63).

Finanzas: “Todo el sistema financiero ha de tener como meta el sostenimiento de un verdadero desarrollo. Sobre todo, es preciso que el intento de hacer el bien no se contraponga al de la capacidad efectiva de producir bienes. Los agentes financieros han de redescubrir el fundamento ético de su actividad para no abusar de aquellos instrumentos sofisticados con los que se podría traicionar a los ahorradores”. (n. 65).

Microcrédito: “La experiencia de la microfinanciación, que hunde sus raíces en la reflexión y en la actuación de los humanistas civiles -pienso sobre todo en el origen de los Montes de Piedad-, ha de ser reforzada y actualizada, sobre todo en los momentos en que los problemas financieros pueden resultar dramáticos para los sectores más vulnerables de la población, que deben ser protegidos de la amenaza de la usura y la desesperación” (n. 65).

Consumidores y asociaciones: “Es de desear un papel más incisivo de los consumidores como factor de democracia económica, siempre que ellos mismos no estén manipulados por asociaciones escasamente representativas” (n. 66).

ONU: “Se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones” (n. 67).

Autoridad política mundial: “Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial” (n. 67).

Los peligros de la técnica: “La técnica tiene un rostro ambiguo. Nacida de la creatividad humana como instrumento de la libertad de la persona, puede entenderse como elemento de una libertad absoluta, que desea prescindir de los límites inherentes a las cosas. El proceso de globalización podría sustituir las ideologías por la técnica” (n. 70).

Medios de comunicación: “Dada la importancia fundamental de los medios de comunicación en determinar los cambios en el modo de percibir y de conocer la realidad y la persona humana misma, se hace necesaria una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural de la globalización y el desarrollo solidario de los pueblos” (n. 73).

Bioética: “La bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. Éste es un ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios” (n. 74).

Nuevas formas de esclavitud: “Las nuevas formas de esclavitud, como la droga, y la desesperación en la que caen tantas personas, tienen una explicación no sólo sociológica o psicológica, sino esencialmente espiritual. El vacío en que el alma se siente abandonada, contando incluso con numerosas terapias para el cuerpo y para la psique, hace sufrir. No hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo” (n. 76).

El desafío cristiano: “El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don” (n. 79).

domingo, 6 de junio de 2010

Sacerdotes bien formados: un bien para la Iglesia



Un texto “breve, incisivo y muy claro” sobre la formación de los candidatos al sacerdocio podría ser publicado al final del Año sacerdotal. La iniciativa está en estudio en la Congregación para la Educación Católica que, con este fin, tiene la intención de proponer en los próximos meses la convocación de la Comisión interdicasterial permanente que se ocupa de la formación de los candidatos a las sagradas órdenes. Lo refiere el arzobispo Jean-Louis Brugués, secretario del dicasterio, que en esta entrevista a L'Osservatore Romano subraya la centralidad de la obra educativa, en la misión de la Iglesia, a la luz del Año sacerdotal.

En la “Caritas in veritate”, Benedicto XVI invita a promover un acceso cada vez más amplio a la educación para todos los pueblos. ¿De qué modo la Congregación se siente interpelada por este llamado?

Podemos hacer, en primer lugar, tres observaciones. La primera: el Papa pone la educación dentro del principio de solidaridad. En la encíclica, Benedicto XVI recuerda los grandes principios de la doctrina social de la Iglesia: subsidiariedad y solidaridad. La educación es, por lo tanto, una cuestión de solidaridad entre los diversos sectores y las diversas generaciones de una sociedad. La segunda observación es que una educación presupone una instrucción, es decir, un saber a transmitir. El Papa vuelve en varias ocasiones sobre este concepto del saber. Por ejemplo, en el número 30, afirma: “La caridad no excluye el saber, más bien lo exige”. Sin un saber, la caridad es ineficaz. No es sólo una cuestión de buenos sentimientos. Es necesario también transformar las cosas a través del saber. La tercera observación es que nosotros, los cristianos, creemos en una formación completa de la persona. Se habla de formación integral, lo cual presupone una visión global del hombre en sus diversas dimensiones.

A la luz de estas consideraciones, nuestro dicasterio se encuentra doblemente animado; ante todo, a valorar el saber y la cultura. Nosotros estamos desarrollando, en las diversas instituciones que dependen de la Congregación, lo que llamaría una cultura de la excelencia, y en la encíclica encontramos un estímulo en este sentido. En segundo lugar, nosotros ponemos el énfasis en la formación integral de la persona, en particular sobre la dimensión espiritual que corre el riesgo de ser olvidada en una sociedad secularizada.

También en el mensaje a la cumbre del G8, en L’Aquila, el Papa ha hablado de la importancia de la educación, subrayando que es la condición indispensable para el funcionamiento de la democracia, para la lucha contra la corrupción, para el ejercicio de los derechos políticos y sociales. ¿Qué contribución puede ofrecer la Iglesia en este sentido?

Nuestra Congregación tiene la responsabilidad respecto a 1.200 universidades católicas presentes en todo el mundo, a 2.700 seminarios – la mayor parte de los existentes – y a 250.000 escuelas católicas. La Congregación para la Evangelización de los Pueblos es, a su vez, responsable para África y Asia. De aquí surge que los institutos representan una posibilidad para la Iglesia, si bien no todos están siempre convencidos de ello. Son ámbitos naturales en los que la Iglesia participa en la elaboración de la cultura de un determinado país. No hay mejor manera de insertarse en la cultura de un país que a través de la escuela y la universidad. Constituyen, por lo tanto, una posibilidad para la Iglesia y también para la sociedad, porque este gran esfuerzo pedagógico que realizamos desde hace siglos lo ponemos al servicio de la comunidad humana.

¿Con qué finalidad?

Los objetivos son dos. El primero es recordado en la carta que convoca el Año sacerdotal: devolver al sacerdote el gusto de su sacerdocio y ayudarlo a reencontrar una identidad más clara que la que se muestra en diversos países del mundo. Parece que, en ciertos contextos culturales, la fisonomía del religioso y de la religiosa es más evidente que la del sacerdote diocesano. He aquí una magnífica ocasión para redescubrir la naturaleza del sacerdote y cuánta necesidad tenemos de él. Para esto, el segundo objetivo es el de redescubrir el lugar del sacerdote en el interior de las comunidades cristianas. Este año pastoral no es, por lo tanto, sólo para los sacerdotes sino para toda la comunidad cristiana, para toda la Iglesia.

Esta doble dimensión interpela a la Congregación, ya que ella es responsable de la formación de los seminaristas. Debemos hacer comprender a los seminaristas este mensaje: habéis sido elegidos, es un honor, estad felices de ser sacerdotes. Quisiera que el seminario fuese una escuela de la felicidad de ser sacerdotes. Esta es la primera dimensión. Y la segunda es que la formación ofrecida en los seminarios sea la mejor posible. Cuando recibimos a los obispos en visita ad limina, a nuestro Prefecto le gusta repetir: “No dudéis en poner al servicio de la formación de los seminaristas a vuestros mejores sacerdotes: vale la pena”.

El Año sacerdotal es ocasión para revisar y verificar la formación de los candidatos al sacerdocio en los seminarios. ¿Qué iniciativas específicas hay en programa?

Habrá actividades particulares con ocasión de este Año. Nuestro Prefecto, en cuanto presidente de la Comisión interdicasterial permanente para la admisión a las sagradas órdenes, tiene intención de convocarla precisamente este año. El fin es estudiar la posibilidad, al final del Año sacerdotal, de publicar un breve texto, incisivo, muy claro, sobre la formación de los candidatos al sacerdocio.

Recientemente, el Papa ha invitado a superar el dualismo entre la concepción sacramental-ontológica y la concepción funcional-social del sacerdocio. ¿Cuál es el camino para conciliar estas dos dimensiones?

Me parece que, en la Iglesia, las situaciones pueden ser muy diversas. Hay países donde se subraya principalmente la dimensión social, el rol social del sacerdote: he visto esto en África, en América Latina, en Corea. El sacerdote desarrolla un rol no sólo en el seno de la comunidad sino también en el interior de la sociedad. Al mismo tiempo, se nota una disminución de este rol social del sacerdote en las sociedades muy secularizadas. Con excepción, tal vez, de Italia donde encuentro que, aunque la sociedad está secularizada, la Iglesia ha sabido seguir siendo popular y ha continuado presente tanto en la vida social como en la vida política.

Por lo tanto, diría que estos dos aspectos crean necesariamente una tensión, y que esta tensión es benéfica. Es normal que el sacerdote tenga un rol social, ya que él es un pastor: es cabeza de una parte, de una porción del pueblo de Dios, como ha dicho el concilio Vaticano II. Como tal, por lo tanto, tiene una visibilidad social. Y él es también mediador entre el cielo y la tierra: manifiesta a Cristo, actúa in persona Christi. Por eso, considero que es necesario que esta tensión se mantenga en todas partes ya que es benéfica para el sacerdocio y para el pueblo cristiano.

Para esto es necesario, sobre todo, que la comunidad de los fieles se sienta responsable del sacerdote que la guía. Cuando era obispo de Angers y nombraba un párroco, iba a presentarlo a los fieles diciendo: “Os lo confío”. Es necesario que el sacerdote esté sostenido por una comunidad de fieles. En segundo lugar, es necesario que cada presbítero esté sostenido por la comunidad de los otros sacerdotes. Debemos insistir en la dimensión fraterna del presbyterium. Demasiados sacerdotes sufren de soledad y, por lo tanto, corren el riesgo de descuidar uno u otro de estos aspectos. Un sacerdote es un amigo, un hermano en el seno de la gran familia representada por el presbyterium. Y luego, en lo que concierne a la Congregación, hay un tercer camino: el seminario. Éste es el lugar en el que se aprende, teológicamente, a ordenar los dos aspectos del sacerdocio.

¿Se advierte la necesidad de revisar el enfoque de la educación en las casas de formación?

Una buena formación es aquella que es capaz de adaptarse al desarrollo y a los cambios de la sociedad. Repito lo que he dicho en otras ocasiones: es verdad que los jóvenes son diferentes a nosotros, pero es necesario aceptarlos y hacerlo con generosidad. Se necesita generosidad al recibir a las nuevas generaciones y también se necesita discernimiento: las dos cosas van juntas. Se trata de discernir en ellos lo que debemos estimular y lo que debemos corregir.

He notado que, en una buena parte de los jóvenes que se presentan en las casas de formación en países como Italia, España, Francia, Alemania y Estados Unidos de América, tienen una buena formación profesional, a veces incluso una formación universitaria de alto nivel, pero están privados de una cultura general y, principalmente, falta en ellos una cultura cristiana. Por eso, deseo que al inicio de la formación de los seminaristas haya un año propedéutico y que la formación misma se adapte a la fisonomía de las nuevas generaciones. Está bien evitar la dispersión de las disciplinas académicas y tener, en cambio, una visión sintética de la teología, subrayando también el rol de la filosofía, en particular la metafísica, como primera preparación a la teología.

Según las indicaciones del documento del 2008, “Orientaciones para la utilización de las competencias de la psicología en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio”, ¿en qué casos se puede recurrir a especialistas en ciencias psicológicas?

La respuesta es simple: cuando es necesario. En nuestro documento, hemos querido reaccionar frente a dos excesos. El primero consiste en decir: todos deben someterse a un examen por parte de los expertos en psicología. El segundo afirma: es necesario desconfiar de la psicología y de los psicólogos. Este documento eclesial, que no es el primero en hablar de psicología, usa tonos muy positivos. A veces, a la Iglesia se le reprocha mostrar una cierta distancia, incluso sospecha, respecto a la psicología. No es cierto. La prueba se encuentra en el documento, donde se afirma que cuando es necesario, hay que recurrir a los especialistas. ¿Qué quiere decir “cuando es necesario”? Cuando, como se lee en el documento, “puede ayudar al candidato en la superación de aquellas heridas todavía no sanadas y que provocan disturbios que son desconocidos en su real alcance por el mismo candidato y que, a menudo, son atribuidos erróneamente por él mismo a causas externas a su persona, sin tener, de esta forma, la posibilidad de afrontarlos de manera adecuada”.

Fuente: L’Osservatore Romano

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

martes, 1 de junio de 2010

Clausura del Año Sacerdotal



"El año sacerdotal, promulgado por nuestro amado Papa Benedicto XVI, para celebrar el 150º aniversario de la muerte de san Juan María Bautista Vianney, el Santo Cura de Ars, está a punto de comenzar…". Así dice la carta enviada por el Cardenal Claudio Hummes, prefecto de la Congregación Vaticana para el Clero, con motivo del año sacerdotal, convocado por Benedicto XVI que comienza el 19 de junio y cierra un año después con una gran peregrinación de los sacerdotes a Roma. "Deberá ser un año positivo y propositivo en el que la Iglesia quiere decir, sobre todo a los sacerdotes, pero también a todos los cristianos, a la sociedad mundial, mediante los mass media globales, que está orgullosa de sus sacerdotes, que los ama y que los venera, que los admira y que reconoce con gratitud su trabajo pastoral y su testimonio de vida", destaca el Cardenal Hummes en su carta.

Jesús, que no vino para condenar al mundo sino para salvarlo En una entrevista con Zenit el 3 de junio, el Cardenal Hummes explica lo que para él es un momento decisivo a comunicar en este Año Sacerdotal: "El reto es entender cómo ser sacerdote en este nuevo tiempo, no para condenar al mundo sino para salvar el mundo, como Jesús, que no vino para condenarlo sino para salvarlo. El sacerdote debe hacer esto de corazón, con mucha apertura, sin demonizar a la sociedad. Debe estar integrado en ella con la alegría misionera de querer llevar a la gente de esta sociedad a Jesucristo".

Hace unos años, el Padre Alberto Eronti, Argentina, en un artículo escrito para "schoenstatt.de" relata un encuentro con el Padre Kentenich en octubre de 1966 que espontáneamente vuelve a la memoria al leer estas frases en la entrevista: "Fue el día anterior a las Jornadas de Octubre. El Padre vino a saludarnos tras nuestras primeras vacaciones europeas y nos preguntó cómo nos había ido, qué experiencias habíamos tenido. Le contamos vivencias positivas y negativas, estas últimas se referían al deterioro de la sociedad europea. Le preguntamos al Padre si él creía que la descomposición de la sociedad iba a acentuarse mucho aún.

Él hizo una pausa y dijo: "Yo creo que falta mucho para llegar al ‘chiquero’ (haciendo referencia a la experiencia del hijo pródigo); pero cuando el hombre llegue ahí, querrá volver a ‘casa’ y ustedes deberán estar atentos para mostrarle el camino". He aquí lo que me impresiona: el Padre Fundador veía en el pecado y la miseria humana, una misión para nosotros. No se quedaba en el lamento, era capaz de leer en el pecado la tarea. Que esto fue siempre así en el Padre lo confirman sus palabras a los jóvenes del seminario menor cuando fue nombrado Director espiritual del mismo: (Quería) "dedicar todo mi tiempo libre y mis fuerzas a los laicos, especialmente a la conversión de los viejos y empedernidos pecadores.

Quería dar caza a los llamados ‘corderos pascuales’ y mi mayor alegría de sacerdote la sentía cuando venía uno de ellos agobiado por el peso de una vieja carga, que se había juntado con el correr de los años, de modo que el confesionario llegaba a crujir" (Pre-acta de fundación, 1912, n° 2). Que los días difíciles y las circunstancias oscuras nos recuerden que no hay tiempos malos para Dios, Él quiere hacerlos tiempos propicios de salvación. Así lo entendió nuestro Padre." Cuando el P. José Luis Correa, Padre de Schoenstatt que trabaja en Chile y Perú, después de volver de un intercambio con el Cardenal Hummes en Roma, contó sobre lo mismo, no se mencionaba este tema. La coincidencia entre la visión del Cardenal Hummes y la del Padre Kentenich – misericordia misionera - es sólo la de dos almas grandes ante el desafío del mundo de hoy.

Pero lo que sí contó es que, con gran apertura, el Cardenal Hummes volvió a aceptar la oferta de los sacerdotes de Schoenstatt de ofrecer a la Iglesia su colaboración activa con el anhelo de que el Año Sacerdotal toque los corazones de muchos sacerdotes y laicos a la vez. El libro del P. José Luis Correa sobre Paternidad Sacerdotal, como también los textos del Padre Kentenich sobre el sacerdocio, editado por Mons. Peter Wolf, hablan de esta visión del sacerdocio. Con ocasión del 99º aniversario de ordenación sacerdotal del PJK, el símbolo del Padre regalado por el mismo a la familia de Schoenstatt, será enviado a visitar a todos los países del mundo donde está presente Schoenstatt. Para que nazca una corriente… El P. José Luis Correa entregó en este encuentro con el Cardenal la carta donde el P. Heinrich Walter, en nombre de las comunidades sacerdotales de Schoenstatt, presentó unas propuestas para el Año Sacerdotal. Una idea nacida en Schoenstatt ya fue aceptada directamente: la de hacer peregrinar reliquias del Santo Cura de Ars por el mundo en este Año Sacerdotal, "pensando - dice el P. José Luis Correa- en las experiencias con el peregrinar de las reliquias de Santa Teresita y lo que vivimos en todo el mundo con la Campaña de la Virgen Peregrina".

"Para que nazca una corriente, hace falte despertar y cultivar la vida. Para ello hay que tener un mensaje, un lema, un himno, una oración…". En general se mostró muy contento con las iniciativas. Sacerdotes ejemplares En la entrevista con Zenit, el Cardenal Hummes destacó otro tema: "Queremos también estimular a varias naciones y conferencias episcopales o iglesias locales para que escojan algún sacerdote ejemplar de su área, y presentarlo al mundo y a los jóvenes. Hombres que sean verdaderamente modelos, que puedan inspirar y puedan renovar la convicción del gran valor y de la importancia del ministerio sacerdotal." Otra idea, presentada por los Padres de Schoenstatt, es promover el testimonio de vida, que es lo que convence más. "Podemos mostrar el Padre Kentenich, en el centenario de su ordenación, como tal sacerdote ejemplar", dice el P. José Luis Correa. También se publicarán en "schoenstatt.de" – con el apoyo de los que se sienten inspirados ahora a hacerlo – biografías sobre sacerdotes de la familia de Schoenstatt. "El P. Hernán Alessandri, el P. Horacio Sosa, el seminarista Sebastián en Burundi", nombra el P. José Luis, pero también sobre los "héroes de la vida diaria" que talvez sólo algunos conocen. "Sería también un regalo al Padre Kentenich para los 100 años de su sacerdocio - dice el P. José Luis- mostrar una nube de testigos de sacerdotes santos que crecieron en torno al PJK". Apadrinar un sacerdote En el contexto surgió en torno del 18 de mayo otra idea que se podría transformar en un regalo al Padre para los 100 años de su ordenación.

Recordando que en este año sacerdotal, se celebra también el centenario de la ordenación sacerdotal del PJK, queremos hacerle un regalo al Padre por medio de una actividad dirigida a servir a los sacerdotes. Los sacerdotes son un elemento clave en la Iglesia y en la Familia. Hoy están siendo muy criticados, también por fallas objetivas de ellos mismos. Pero surge la pregunta: ¿nos preocupamos suficientemente de nuestros sacerdotes? ¿Alguna vez hemos invitado a nuestro párroco a nuestra casa? ¿Rezamos por ellos, los alentamos y acompañamos, especialmente si son ancianos o están enfermos? La proposición es muy sencilla: Que cada schoenstattiano apadrine a un sacerdote de su diócesis durante este año (8 julio 2009 – 8 julio 2010).

Apadrinar significa, en primer lugar, rezar por ese sacerdote y ofrecer Capital de Gracias por él. También, de acuerdo a las posibilidades de cada familia o de cada persona, tomar otras iniciativas para con él, como por ejemplo: escribirle, llamarlo por teléfono, conocerlo, invitarlo, ayudarlo en lo que pueda necesitar. En Perú ya hace rato que está viva la corriente de apadrinar a un sacerdote; también algunos grupos de madres y profesionales en Alemania lo hacen desde hace años. Un grupo de profesionales mayores que estuvieron en Schoenstatt estos días, se comprometieron no sólo de seguir con nuevo fuego en su padrinazgo, sino de apadrinar a nuevos sacerdotes, "a quienes más lo necesiten", los que abandonaron su oficio. "Vamos a rezar mucho por nuestros sacerdotes", escribe Marco Antonio Gonzales, de Paraguay. - "Quiero decirle que ya apadrine a un sacerdote diocesano de mi ciudad. Es un sacerdote recién ordenado y quiero que el Señor lo guíe en su tarea porque trabaja en el corazón de mi ciudad". "Cada día a las 20:14 rezo por la gran peregrinación, por las misiones en Alemania y por mi querido sacerdote diocesano", escribe Manuela Mañanes, una joven de Argentina. Reina del Clero "Y la Virgen María, Reina del Clero, intercederá por todos vosotros, queridos sacerdotes.", así termina la carta del Cardenal Hummes.

Cuando salió de Sao Paulo para asumir su tarea en Roma, la familia de Schoenstatt coronó a la Mater como "Reina del Clero" y le regaló un cuadro de la Mater al Cardenal. Que la Reina del Clero lo acompañe a él y a todos los que, desde el corazón, contribuyan a celebrar este Año Sacerdotal.